Investigaciones de la última década se han centrado en estudiar rasgos predictivos de personalidad que pueden ser la base del acoso escolar. Dos de esos rasgos son el narcisismo y la autoestima.
La autoestima se asocia con la aceptación general de uno mismo, los sentimientos de valía y la confianza en uno mismo. Durante mucho tiempo se ha teorizado que la baja autoestima es un factor de riesgo para la agresión y el comportamiento antisocial (1). Asimismo, la asociación entre la victimización por parte de los compañeros y la baja autoestima podría ser más consistente porque la victimización se asocia con la autoculpabilidad, la soledad, la ansiedad y la baja autoestima (2).
En relación con el narcisismo, este se ha asociado con tendencias de automejora, una visión grandiosa y frágil de sí mismo, la explotación de los demás en beneficio propio, autovaloraciones exageradas y creencias de superioridad. Además, el narcisismo comprende una dimensión de la psicopatía que se ha relacionado con el comportamiento antisocial en los jóvenes. Además, implica la creencia de que uno es único, tiene un estatus privilegiado y una necesidad de aprobación por parte de los demás que manifiesta vulnerabilidad. Por ello, se han distinguido dos tipos de narcisismo, el grandioso y el vulnerable. El primero manifiesta rasgos relacionados con la grandiosidad, dominio y agresión, mientras que el vulnerable se caracteriza fundamentalmente por la hipersensibilidad a las opiniones de los demás, un deseo de aprobación y una actitud defensiva. Ambos comparten la muestra de fantasías grandiosas y la necesidad de admiración.

Esto ha hecho que la investigación argumente que un alto nivel de narcisismo y una baja autoestima derive en un uso problemático de las redes sociales como por ejemplo tener una autorregulación deficiente o un comportamiento de acoso (3). En relación con la última consecuencia, sabemos que la conducta de acoso es un fenómeno de carácter violento que se produce cuando un acosador ataca de forma intencional y repetitiva a una víctima a lo largo del tiempo. En esta situación no solo participan el acosador y la víctima, sino también otros estudiantes, los llamados testigos. Estos actúan como asistentes o refuerzos del acoso y son utilizados por el agresor para tener mayor estatus en el grupo. Si el agresor, además, tiene un alto nivel narcisista, utiliza a los testigos para mejorar su autoimagen. Al dominar a los demás, los acosadores adquieren un estatus que les permiten mantener o aumentar su prestigio y popularidad en el grupo. Su objetivo son compañeros más débiles y con un estatus social más bajo porque saben que no son capaces de enfrentarse a ellos. Esto también demuestra que tienen una autoestima más baja.
Asimismo, los que son acosadores-víctimas muestran niveles altos de narcisismo en comparación con las víctimas. En este sentido, el narcisismo relacionado con la psicopatía tiene una asociación positiva con la agresión reactiva y proactiva para lograr el dominio de los compañeros. Específicamente la agresión reactiva que caracteriza al acosador- víctima podría deberse a la visión narcisista que tienen de sí mismo, ya que cuando su ego se ve amenazado es más probable que actúe de forma violenta hacia sus compañeros para mantener su superioridad o defenderse de las amenazas reales o percibidas.
En un estudio basado en una encuesta que realizaron 1416 adolescentes entre 11 y 13 años en dos momentos con un año de intervalo, se halló que el narcisismo es una característica de personalidad única asociada al comportamiento de acoso (4). En una primera fase, los investigadores distinguieron a los acosadores, las víctimas, los acosadores-víctimas y el resto de compañeros. Para ello, los participantes tenían que informar si se habían visto implicados en diferentes tipos de acoso (físicos, verbales y relacionales) o con qué frecuencia les ocurrían. Los resultados fueron que durante el primer año los acosadores constituyeron el 6,4%, las víctimas el 15,3% y los acosadores-víctimas un 10%, mientras que el segundo año los datos fueron 6,5% eran acosadores, 10,6% víctimas y 8,7% acosadores víctimas. En una segunda fase, analizaron los rasgos de personalidad, tanto el narcisismo como la autoestima y observaron que los acosadores que tenían puntuaciones más altas de narcisismo también tenían una baja autoestima y que esta se relacionó con el aumento de la intimidación en el tiempo. Además, los investigadores han asociado estos resultados con un comportamiento antisocial más grave porque los acosadores planifican la agresión para lograr el objetivo deseado. El mismo estudio demostró que la victimización se redujo en un año con lo que confirma que la adolescencia presenta menores tasas de victimización.
Otro estudio con una muestra menor y dirigida a niños y niñas que estudiaban los tres últimos cursos de Primaria sugirió que un alto nivel de narcisismo en los niños era un factor de riesgo para el acoso escolar, pero no en las niñas. La explicación a esta diferencia de género ya se sugería a finales del siglo XX (5). Se basa en que el acoso que ejercen los niños está más impulsado por rasgos inherentes de la personalidad como es el narcisismo, mientras que el acoso que realizan las niñas se impulsa por factores situacionales como la presión de amigos.
Conocer los rasgos que intervienen en una situación de acoso escolar nos ayuda a establecer estrategias para reducir el acoso. Por ejemplo, los adolescentes pueden adquirir estatus de forma diferente al comportamiento agresivo, entrenar la empatía a través del conocimiento explícito de lo que puede ocasionar su agresión o formar a los testigos para que no refuercen las acciones del acosador.
(1) Donnellan, M. B., Trzesniewski, K. H., Robins, R. W., Moffitt, T. E., & Caspi, A. (2005). Low self-esteem is related to aggression, antisocial behavior, and delinquency. Psychological science, 16(4), 328–335. https://doi.org/10.1111/j.0956-7976.2005.01535.x
(2) O’Moore, A. M., & Kirkham, C. (2001). Self-esteem and its relationship to bullying behavior. Aggressive Behavior, 27, 269-283. https://doi.org/10.1002/ab.1010
(3) Fanti, K. A., & Henrich, C. C. (2014). Effects of self-esteem and narcissism on bullying and victimization during early adolescence. The Journal of Early Adolescence, 35(1), 5-29. https://doi.org/10.1177/02724316135194
(4) Reijntjes, A., Vermande, M., Thomaes, S. et al. (2016). Narcissism, Bullying, and Social Dominance in Youth: A Longitudinal Analysis. Journal Abnorm Child Psychol 44, 63-74. https://doi.org/10.1007/s10802-015-9974-1.
(5) Salmivalli, C., Kaukiainen, A., Kaistaniemi, L., & Lagerspetz, K. M. J. (1999). Self-evaluated self-esteem, peer-evaluated self-esteem, and defensive egotism as predictors of adolescents’ participation in bullying situations. Personality and Social Psychology Bulletin, 25, 1268-1278. https://doi.org/10.1177/0146167299258008