La evidencia sugiere que el ciberacoso está más extendido entre los adolescentes y los adultos jóvenes que entre las personas mayores. Este tipo de violencia realizada de forma intencionada mediante el uso de dispositivos digitales representa una amplia gama de comportamientos en línea, como insultos, suplantación de identidad en línea, solicitud no deseada de sexo, envío de mensajes de texto coercitivos, difusión de rumores en línea, inserción de comentarios ofensivos, aislamiento mediante la expulsión de una sala de chat, publicación de mensajes o fotos ofensivos o embarazosos sobre alguien en un foro público, modificación de fotos, texto, vídeos y encuestas para engañar a otros, así como la transmisión de información nociva que puede tener un impacto devastador en el mundo real.

La investigación también señala los factores que explican la creciente incidencia de ciberacosadores. Existen factores ambientales como la presión social (1); factores personales como la cohesión y la educación en la familia (2) e intrapersonales como el narcisismo (3).
En relación a la presión social, al igual que en una situación de acoso escolar, los espectadores de una situación de ciberacoso desempeñan un papel fundamental porque pueden detener la agresión y reducir el impacto negativo en la víctima o reforzar al acosador uniéndose a él. La presión social se ha definido como un proceso que implica que otras personas animen o presionen activamente al adolescente para que actúe o piense de una determinada manera, lo que hará que el adolescente esté motivado para hacerlo (4). Como el grupo de iguales es un factor clave en el inicio o mantenimiento de un caso de acoso, entonces los iguales tienen la capacidad de ejercer presión social sobre los espectadores para que se unan al ciberacoso. Así se demostró en un estudio realizado con 542 adolescentes de 16 años donde la percepción de los espectadores de que sus amigos aprueban el ciberacoso estaba relacionada con una experiencia de presión social para participar en el ciberacoso como espectador y con mayores niveles de participación posterior en el ciberacoso (1).
Sabemos que muchos adolescentes no son conscientes del impacto que puede tener en la vida real su comportamiento en las redes sociales porque no saben utilizarlas de manera crítica y correcta. Si están alfabetizados en medios pueden adquirir la capacidad de acceder, crear, analizar y evaluar con actitud crítica mensajes en una variedad de formatos, espacios y contextos digitales (5). Estas habilidades específicas pueden ayudar a los jóvenes a que se mantengan a sí mismos y a los demás seguros en línea.
La alfabetización mediática de niños y adolescentes implica que saben el alcance que pueden tener las publicaciones en redes sociales, tanto las propias como las ajenas. Además, les permite actuar, bien usando las funcionalidades para denunciar un contenido, bien creando uno nuevo para mitigar el daño de determinados contenidos. En este sentido, una víctima de ciberacoso o un testigo puede responder desviando la atención del ciberacosador o calmar una situación conflictiva escribiendo un contradiscurso. Este tiene como objetivos reducir el conflicto y fomentar el civismo. Algunos ejemplos de contradiscurso son realizar advertencias de las consecuencias en línea o fuera de línea, reaccionar con humor, responder con un tono positivo o establecer una relación positiva con otra persona o grupo de personas demostrando su afiliación (6).
Desde el momento en que cualquier persona puede decir lo que quiera y cuando quiera en las redes sociales, la información creada intencionalmente de forma engañosa, llamada desinformación, se ha extendido en todos los ámbitos de la sociedad y en todos es perjudicial. En el ámbito escolar, la creación de bulos y de falso contenido es un hecho y en muchos casos derivan en casos de acoso y ciberacoso escolar. Por ello, la alfabetización mediática ayuda al niño y adolescente a analizar y no difundir el contenido que presencia o recibe en sus redes sociales. Un estudio realizado en Estados Unidos analizó vídeos de YouTube vistos por niños de 0 a 18 años (7). En 1 de cada 10 vídeos aparecían prejuicios raciales, representaciones negativas de las étnicas, insultos racistas y estereotipos perjudiciales, como acentos inapropiados. Estos no presentan una imagen fiable ni representativa de la sociedad y expone a los niños a una edad temprana a estereotipos perjudiciales y representaciones poco realistas de individuos o grupos. El mismo estudio halló que la enseñanza sobre raza y etnia era extremadamente escasa. De los 1.242 vídeos vistos por los niños en el estudio, sólo dos (0,002%) hablaban de raza y etnia.
Tanto adolescentes como adultos usamos diariamente las redes sociales. No podemos prohibirlas, sino enseñar a usarlas de forma correcta y a que se conozcan las consecuencias de un mal uso. Por ello, la alfabetización mediática y sus tres habilidades básicas (crear, analizar y evaluar) evitan que los jóvenes adopten actitudes y comportamientos poco saludables y ayudan a que otros dejen de ser acosados o, por lo menos, a que se reduzca el daño que reciben.
Para saber más:
(1) Bastiaensens, S., Pabian, S., Vandebosch, H., Poels, K., Van Cleemput, K., DeSmet, A., & De Bourdeaudhuij, I. (2016). From normative influence to social pressure: How relevant others affect whether bystanders join in cyberbullying. Social Development, 25(1), 193 211. https://doi.org/10.1111/sode.12134
(2) Kostas A. Fanti, Andreas G. Demetriou & Veronica V. Hawa (2012) A longitudinal study of cyberbullying: Examining riskand protective factors, European Journal of Developmental Psychology, 9:2, 168-181, https://doi.org/10.1080/17405629.2011.643169
(3) Kowalski, R. M., Giumetti, G. W., Schroeder, A. N., & Lattanner, M. R. (2014). Bullying in the digital age: A critical review and meta-analysis of cyberbullying research among youth. Psychological Bulletin, 140(4), 1073–1137. https://doi.org/10.1037/a0035618
(4) Santor, D. A., Messervey, D., & Kusumakar, V. (2000). Measuring peer pressure, popularity, and conformity in adolescent boys and girls: Predicting school performance, sexual attitudes, and substance abuse. Journal of Youth and Adolescence, 29(2), 163–182. https://doi.org/10.1023/A:1005152515264
(5) Aufderheide, P., Media literacy: From a report of the national leadership conference on media literacy, in Media literacy in the information age. 2018, Routledge. p. 79-86.
(6) Mathew, B., Saha, P., Tharad, H., Rajgaria, S., Singhania, P., Maity, S. K., Goyal, P., & Mukherjee, A. (2019). Thou Shalt Not Hate: Countering Online Hate Speech. Proceedings of the International AAAI Conference on Web and Social Media, 13(01), 369-380. https://doi.org/10.1609/icwsm.v13i01.3237v
(7) Rollins, D., Bridgewater, E., Munzer, T., Weeks, H. M., Schaller, A., Yancich, M., Gipson, W., Drogos, K., Robb, M. B., & Radesky, J.S. (2022). Who is the “you” in YouTube? Missed opportunities in race and representation in children’s YouTube videos. Common Sense.
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