El desarrollo de la comunicación en red ha influido en la configuración de las relaciones entre gobiernos, ciudadanos, políticos y otros actores sociales. Esto ha supuesto un fortalecimiento de los movimientos ciudadanos que han conseguido transformaciones sociales con el uso de la tecnología.
El uso de la tecnología como un medio de comunicación para realizar el activismo no es nuevo. Uno de los antecedentes se encuentra en los años 90 con el movimiento contra la globalización corporativa que usaba el correo electrónico y sitios web para captar una atención social y generar presión política (Couldry et al., 2003).
El activismo digital es una forma de participación social que se da con el uso de las redes sociales y plataformas digitales, que se distingue de otras formas de participación en la red porque persigue cambiar una situación actual que afecta a la sociedad a través de la movilización y la militancia.
Manuel Castells (2009) destaca las posibilidades de la comunicación de masas gracias a las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC), ya que permiten que los movimientos sociales usen Internet para lograr un cambio político. En el espacio de las redes, caracterizado como un espacio público, se interviene de forma horizontal y multimodal, lo que implica una alternativa a los medios tradicionales de comunicación de masas. Dicho espacio puede reconstruirse en distintas variantes: el espacio virtual, el espacio físico de los lugares de la ciudad y el espacio de las instituciones (Castells, 2014). La ventaja de que existan varios espacios es que, si el espacio físico no puede ocuparse, el movimiento social continua en el virtual mediante la difusión de mensajes sobre los abusos de poder y el control político que corren como la pólvora por las redes provocando y manteniendo la indignación (ej. el movimiento social Black Lives Matter), base de la que surgen los movimientos sociales (Castells, 2014). Sin embargo, cuando la indignación surge en las redes sociales puede tener resultados diferentes en el ecosistema comunicativo. Por un lado, compartir la indignación en las redes puede crear un conocimiento común y organizar comportamientos colectivos en torno a cuestiones sociales importantes, es decir, la organización compartida puede desarrollar acciones colectivas positivas (Spring et al., 2019) como son la creación de movimientos sociales. Sin embargo, puede darse también el caso en el que la indignación dé lugar a una acción colectiva que no es efectiva en el cumplimiento de los objetivos grupales a largo plazo porque no es capaz de actuar estratégicamente (Brady y Crockett, 2019).
Un ejemplo de activismo digital es el realizado por el movimiento Umbrella Revolution. Es un movimiento pacífico de desobediencia civil que surgió en Hong Kong en septiembre de 2014 durante unas protestas por elecciones democráticas más transparentes. Las estrategias de comunicación del movimiento están unidas a los medios y tecnologías que usan. Sus líderes establecieron un modelo jerárquico de comunicación. Había personas específicas que realizaban las comunicaciones oficiales en las redes sociales para congregar a los manifestantes, exponer temas, reflejar sus posiciones y denunciar la violencia de la policía. Las redes sociales les sirven como catalizador para la acción colectiva y el debate sobre el sistema político de la ciudad, la desigualdad o el empleo.
Principalmente usaron las redes sociales de WhatsApp y Facebook. Mientras que esta última, es una red más abierta a la participación pública que usaban para exponer sus protestas y debatir abiertamente; la primera, una red más discreta, fue usada para que los líderes se coordinaran entre ellos, se comunicaran con los periodistas y llegaran a la población que otorga más confianza y credibilidad a los mensajes que le llegan por esta vía (Agur y Frisch, 2019). Otra de las estrategias de comunicación digital del movimiento ha sido la de crear memes para realizar interpretaciones de los hechos. Los memes se comparten fácilmente en FB y WhatsApp y llegan más rápido a sus seguidores que a las audiencias (perfil de mayor edad) de los medios de comunicación tradicionales. Igualmente, a través de las redes, el movimiento desacreditaba a los que publicaban información manipulada o falsa sobre la lucha del movimiento.
Sin embargo, el movimiento no fue capaz de influir en la audiencia que se situaba fuera del movimiento, una audiencia más receptiva a la información proveniente de los medios de comunicación tradicionales que de las redes sociales (Agur y Frisch, 2019). Es decir, a pesar de que crearon un espacio digital para el activismo con mucho impacto en el propio movimiento, no han sido capaces de persuadir a la mayoría de ciudadanos hongkoneses para que se comprometiesen con sus objetivos. Junto a este obstáculo, la existencia de numerosos mensajes en las redes sociales y la segmentación por edad de las mismas también han influido en el alcance y compromiso de sus reivindicaciones.
En la literatura científica sobre la relación entre la tecnología y la política, se describen tres mecanismos: la reducción de los costes de participación, la promoción de la identidad colectiva y la creación de una comunidad (Garrett, 2006). La publicación y el acceso a la información por parte de los movimientos sociales mediante las TIC tienen el potencial de alterar el flujo de información política, reducir el coste de las formas convencionales de participación y crear nuevas formas de cooperación. Igualmente, se mejora la eficiencia en la coordinación y la comunicación. Sin embargo, el aumento de la comunicación no asegura que el compromiso con los objetivos del movimiento aumente, ya que no toda la audiencia está presente en redes sociales y la que está no es siempre activa, aunque esté de acuerdo con la defensa de la causa.
Referencias:
- Agur C. y Frisch N, (2019). Digital Disobedience and the limits of persuasion: social media activism in Hong Kong’s 2014 Umbrella Movement. Social media + Society. https://doi.org/10.1177/2056305119827002
- Brady, J. y Crockett, J. (2019). How effective is online outrage? Trends in Cognitive Sciences, 23, 79-80. https://doi.org/10.1016/j.tics.2018.11.004
- Castells, M. (2009). Comunicación y poder. Madrid: Alianza Editorial
- Castells, M. (2014). El espacio y los movimientos sociales en red. Revista Academia Mexicana de Ciencias, vol. 65, 4, pp. 58-64.
- Couldry, N. et al. (2003). Contesting media power: Alternative media in a networked world. Rowman & Littlefield Publisher